image by Andrada Fatu-Tutoveanu
Press, Propaganda and Politics: Cultural Periodicals in Francoist Spain and Communist Romania,
Edited by Andrada Fătu-Tutoveanu and Rubén Jarazo Álvarez. Cambridge Scholars Publishing
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Forthcoming 2013
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Esta es la verdadera historia de la isla en la que nada tenía sombra, donde la vida y la muerte se miraban de frente: el mar y el cielo llenos de vida y la piedra seca por el sol, la piedra con cual hombres pequeños y silenciosos construyeron espacios de protección, cerrados en ellos mismos y abiertos solamente hacia el interior. La isla con mas iglesias y catedrales que montañas, atravesando como agujas el cielo inverosímil. La isla que era toda una oración frente al mar, la isla en la que – sin embargo – en las noches magicas de verano - al final de mi camino - los demonios aparecieron armados con antorchas.
Toate hărțile fantastice trebuie sa se fi născut in camere sufocante – friguroase sau calde, nici nu contează – dar sigur camera mici si întunecoase. Așa am devenit si eu cartograf al unei insule paradisiace despre care nu mi-am putut imagina vreo culoare sau vreun contur, am avut numai intuiția ca va fi o insula a fericiților si am visat sa pot evada din cușca circulară ceasului de fiecare zi. Aceasta e povestea adevărată a Insulei, o insula pe care am inventat-o in zile friguroase si singuratice si mi-a ieșit mai calda si mai prietenoasa decât as fi putut-o visa. A fost un paradis pierdut dinainte de a-l vedea, apoi l-am trăit știind ca exista pentru a fi pierdut, un paradis imperfect in efemerul sau. Insula ca o bijuterie a străbunicii. Insula ca o delicatesa. O opera de arta calda si parfumata si verde si aurie. Florile de portocal si migdalii literaturii, dantelăria bisericilor, trăsuri adevărate. Un paradis de roman, in care eu, fata din cușcă, eram un personaj neverosimil.
Todos los mapas fantásticos deben haber nacido en habitaciones sofocantes - fríos o calientes, no importa - pero habitaciónes pequeñas y oscuras, sin duda. Así yo tambien me he convertido en un cartógrafo de una isla imaginaria sobre cual no podía maginar color o forma alguna, sólo tenía la intuición de que será una isla de los bienaventurados, y soñé que podría escapar de la jaula circular del reloj de todos los días. Esta es la verdadera historia de la isla, una isla que yo inventé en los días fríos y solitarios. Salio de mi imaginación más cálida y amigable de lo que podía soñarlo. Era un paraíso perdido antes de verlo y despue lo he vivido sabiendo que existe para perderlo, un paraíso imperfecto por ser efimero. La isla como una joya antigua de familia. Isla como un manjar. Una obra de arte cálida y fragante, verde y de oro. Azahar y almendros como de literatura, las iglesias con sus encajes goticos y carruajes de verdad. Un paraíso de novela, donde la mujer de la jaula era un personaje inverosímil.